Ordenación Diaconal de Fray Alejandro Rincón Quiroz

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Alrededor de las 10:30 se inició la Celebración con la monición dirigida por el Sr. Omar, avanzó la procesión encabezada por el turiferario, ciriales, monaguillos, acólitos, y fray Andrés (maestro de Ceremonia), después iba el candidato para el Orden Diaconal, y detrás los frailes sacerdotes: Nestor, Bladimir, Naith (párroco), Marcos, y Guillermo; además, el arzobispo de Ciudad Bolívar, Mons. Ulises Gutiérrez con sus respectivos porta insignias.

Al llegar al altar, se saludó reverentemente y, fray Alejandro se ubicó al lado de sus padres (ellos, junto a sus hermanos, sobrinos y algunos primos, estaban sentados en los primeros bancos). Los de catequesis, tanto de confirmación como de primera comunión, estaban ubicados en el coro del templo junto con la fusión de coros de la parroquia (quienes juntándose formaron un solo coro para dicha Ceremonia); los demás fieles (los del Colegio Tirso de Molina, estaban sentados también al frente, en los primeros puestos; los de San Juan de los Morros y la Comunidad Parroquial) ocupaban los puestos del templo. Las lecturas de la Palabra las proclamaron: la hermana del Fraile a ordenar, un representante de la parroquia, y una representante del Tirso; y el Evangelio, el P. Nestor.

Seguidamente el rito de Ordenación: en la presentación del candidato, dieron testimonio de dignidad para conferírsele el Orden del Diaconado, la Sra. Elsa Mendes (Licenciada, esposa, madre y catequista, fiel colaboradora en el Tirso) y el P. Marcos Sánchez (fraile Vicario de Venezuela). Al ser admitido, Mons. Siguió con la homilía, en la cual saludó de manera general a los presentes y agradeció por la dicha de ser el Obispo ordenante; hizo mención del momento propicio para este gran acontecimiento (en el marco de los 800 años -año jubilar mercedario-, día de San Pedro Nolasco y aniversario de su propia Ordenación Diaconal, ese mismo día y en la misma parroquia hace 42 años, y que de igual manera lo ordenó un obispo mercedario); resaltaba las cualidades del diácono, sobre todo el amor y el servicio, que lo fundamentaba con la Liturgia de la Palabra (correspondiente a ese VI Domingo de Pascua, ciclo B); agradeció y felicitó a la familia por entregar un hijo a la Iglesia; subrayó la situación que vive Venezuela y los propios venezolanos y que, esta ordenación es un signo de esperanza, de paz, gozo y misericordia de Dios que nos está invitando a Su Amor con la llamada que ha estado presente en toda la historia de Salvación, y que también fray Alejandro respondió como muchos frailes que han dado la vida por la redención, oremos los unos por los otros para mantenernos firmes a la vocación que hemos sido llamados. Resaltó la entrega del Evangeliario, que no sólo se debe proclamar, sino que también se debe vivir, siendo testigos de lo que allí se anuncia.

Al terminar la oración post comunión, fray Alejandro dio las palabras de agradecimiento a todos por su asistencia, especialmente por el sacrificio que hizo su familia (11 viajaron 850 km en carro particular para estar presentes, y asistieron 3 que viven en Caracas) a pesar de los inconvenientes en la vía; recordó su stop por las dudas de antaño en el camino vocacional, pero afirmó su respuesta por la inquietud de la llamada latente, además hizo la invitación vocacional; continuando con lo dicho, Mons. Ulises lo confirmó y terminó citando: “el que pone la mano en el arado y mira hacia atrás no es apto para el Reino de Dios” (Lc 9, 62); los padres Naith y Marcos también dieron su agradecimiento.

Después de la Celebración, el neo-diácono se quedó para saludar a los presentes; el párroco invitó a los asistentes al salón parroquial y parte del estacionamiento, para compartir un suculento almuerzo (zancocho con papelón), antes se hizo la Bendición y un brindis (dirigido por el P. Marcos) con “guarapita” preparada por el P. Naith y se compartió algunas tortas que hicieron los grupos de apostolado de la parroquia. Cabe destacar que, en momentos difíciles para comer en Venezuela, amistades del neo-diácono que le conocían desde antes de ingresar a la Orden, agradecidos por su entrega, colaboraron con toda la comida que se preparó para los que estuvieron en la Ordenación (comieron más de 200 personas, y la mayoría repitió más de tres veces). La parroquia colaboró con la mano de obra en la preparación de los alimentos y, la Vicaría aportó el alquiler de la vajilla, mantelería, mesas y sillas.

¡Gracias a Dios y a la Santísima Virgen por todas sus Bendiciones!

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